¡La Misericordia en la Torá!
Yaacob (Santiago) 4:17
17 … al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, está pecando.
¿Cuántos de nosotros no ha escuchado decir?: “yo no le hago mal a nadie”.
En la naturaleza del ser humano está justificar nuestras acciones con razonamientos como el anterior, pero las Escrituras nos revelan que nuestras intenciones son egoístas.
Hay muchas personas que entienden que el ayudar a otras personas es algo bueno, con lo cual podemos demostrar nuestro amor; sin embargo, muchos consideran que para ser alguien bueno es suficiente con “no” hacerle mal a los demás.
Pero, las Escrituras nos dicen que, para ser bueno y justo, debemos tener una actitud “activa” (valga la redundancia) haciendo el bien; al contrario de una actitud pasiva de “no hacerle daño a nadie”.
Y con este enfoque quiero que veamos que la Torá nos enseña diferentes acciones que debemos tener para practicar el amor, siendo que la omisión es lo opuesto y por tanto pecado.
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Shabat Shalom y bienvenidos a un nuevo estudio de la parashá semanal.
En esta oportunidad les traigo un estudio relacionado con la porción de la Torá encontrada en Devarim 21:10–25:19 conocida como Parashat Ki Tetze que puede ser traducida como “Cuando salgas” o “Cuando vallas”.
En esta porción podremos ver una parte del amor y la misericordia que se encuentran en toda la Torá, por medio de mandamientos que establecen justicia, protegiendo al más débil, o al más necesitado.
Y el primero de los planteamientos que, encontramos en esta porción está relacionado con el trato a las mujeres cautivas en tiempos de guerra.
El pasaje al que me refiero es el siguiente:
Devarim (Deuteronomio) 21:10-14
10 Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y Yahweh tu Elohim los entregue en tu mano, y tomes de ellos cautivos,
11 y veas entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y te agrade, y la tomes para ti por mujer,
12 la llevarás a tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas,13 y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa; y llorará a su padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella será tu mujer.
14 Y si no te agradara, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava, por cuanto la humillaste.
Este es un pasaje que, puede ser incómodo para muchos, teniendo en cuenta (además) que, en la actualidad se habla muchas veces de machismo; y añadido a esto, muchos pueden criticar este pasaje por parecer que promueve la esclavitud, ya que estamos hablando de mujeres que son tomadas cautivas como consecuencia de la guerra.
Y para ver la misericordia de Yahweh en este pasaje, (cuando Él mismo mandaba hacer guerra contra otros pueblos) debemos entender que la misericordia no significa impunidad, porque como dice la Escritura “la paga del pacado es muerte” y precisamente por eso murió Yeshúa en un madero, porque alguien debe pagar por los pecados; O Yeshúa o nosotros mismos.
Y es que el amor no es lo que nos enseñaron a muchos de nosotros, haciéndonos creer que, el amor es un sentimiento agradable hacia los demás.
El amor es mucho más práctico, y profundo al mismo tiempo, y tiene implicaciones eternas, porque como nos dice 1ª a los corintios 13:
Corintim Alef (1 Corintios) 13:8
8 El amor nunca deja de ser …
El amor “es justo”, y, por lo tanto, trae condenación a todo aquel que no se arrepiente de sus pecados.
Por eso, Yahweh ordenó la destrucción de algunos pueblos en la antigüedad, porque aquellos pueblos estaban completamente depravados. Y…, en algunos casos, Yahweh ordenó acabar con los hombres y preservar la vida de mujeres y niños; y en estos casos, los varones Israelitas podían tomar esposas de las cautivas.
Y como vimos en el pasaje, (anteriormente citado); en los casos que, algún Israelita tomara por esposa a alguna mujer cautiva; la mujer raparía su cabeza en señal de duelo y tendría un mes para llorar a sus familiares.
Lo que nos revela que, Yahweh se preocupa de que las mujeres cautivas puedan recibir un trato digno, tomando en cuenta la situación traumática por la que habrían pasado estas mujeres. Y posteriormente el pasaje nos informa que, la mujer que fuese tomada por esposa no podría ser tratada como esclava, incluso (y principalmente) si fuese repudiada.
Y como reconozco que, el tema de la esclavitud es criticado por muchos; y que para muchos creyentes puede ser difícil de asumir (cuando necesitan defender su fe); quiero hacer un pequeño énfasis en esto (como lo he hecho en otros estudios).
Cuando pensamos en la esclavitud, muchos lo asocian con lo que hoy se conoce como “la trata” de personas, **donde los que son esclavos no tienen derechos, o cuanto mucho no más de los que su amo quiera darle.**
Pero si conseguimos entender que, en la antigüedad, para las personas que lo habían perdido todo (fuese cual fuese la causa) muchas veces la única manera de sobrevivir era volverse un esclavo.
Podremos ver que la esclavitud puede llegar a ser un acto de misericordia, donde la persona puede obtener alimentos y abrigo. Y es, en este punto que, debemos entender que, la Biblia nos revela que es permitida la esclavitud, garantizando a los esclavos (o a los siervos) una vida digna.
Y es que, si pensamos en las condiciones laborales de muchas personas en la actualidad, es muy similar a la esclavitud; inclusive podemos decir que, es un tipo de esclavitud, donde no vendes la totalidad de tu tiempo; pero si gran parte de él, con la “desventaja” de que no tienes garantizado un hogar y alimento; a diferencia de los casos de los esclavos (o siervos) tratados de una manera bíblica.
Volviendo a la parashá, podemos encontrar otro pasaje donde vemos revelado el amor hacia prójimo en la Torá; (aquella que muchos llaman Ley y que dicen que es imposible cumplir)
Miremos:
Devarim (Deuteronomio) 22:1-4
1 Si vieras extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo volverás a tu hermano.
2 Y si tu hermano no fuera tu vecino, o no lo conocieras, lo recogerás en tu casa, y estará contigo hasta que tu hermano lo busque, y se lo devolverás.
3 Así harás con su asno, así harás también con su vestido, y lo mismo harás con toda cosa de tu hermano que se le perdiere y tú la hallares; no podrás negarle tu ayuda.
4 Si vieres el asno de tu hermano, o su buey, caído en el camino, no te apartarás de él; le ayudarás a levantarlo.
Cuando las personas dicen que la Torá es imposible de cumplir, podemos pensar que, en la mayoría de los casos lo hacen por ignorancia; confundiendo dos enseñanzas diferentes como si fueran lo mismo.
Las Escrituras nos enseñan que, no podemos ser salvos por cumplir la Torá; “ya que por las obras de la Torá ningún ser humano será justificado delante de Él”
Romim (Romanos) 3:20
20 Ya que por las obras de la Torá [Ley] ningún ser humano será justificado delante de Él…
Pero no dice que sea imposible.
Y podemos darnos cuenta de que, Yeshúa dijo que las cargas que imponían los fariseos eran difíciles de cumplir; (casi imposibles podríamos pensar) pero si analizamos el pasaje veremos que, no se refería a la Torá.
Miremos:
Matityahu (Mateo) 23:1-4
1 Entonces habló Yeshúa a la gente y a Sus discípulos, diciendo:
2 En la cátedra de Moshé se sientan los escribas y los fariseos.
3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.
4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
El último verso dice que, los escribas y fariseos ataban cargas pesadas y difíciles de llevar, lo que para algunos puede parecer que es una referencia a la Torá; sin embargo, en el verso 2 y 3 podemos ver que Yeshúa les dice que, cuando los escribas y fariseos estuvieran enseñando la Torá que Moshé recibió de Yahweh, entonces debían obedecerles.
Volvamos a leer:
Matityahu (Mateo) 23:2-3
2 En la cátedra de Moshé [Torá] se sientan los escribas y los fariseos.
3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo…
Muchas personas suelen tener diferentes argumentos para decir que, ya no tenemos que guardar la Ley; y es lamentable que no tomen en cuenta este pasaje donde el Mesías claramente nos enseña que debemos obedecerla.
Otros pasajes hablan sobre la justificación y como (aun) guardando la Ley, necesitamos ser justificados por la sangre de Yeshúa; pero es que una cosa no quita la otra.
El ser justificados por la sangre de Yeshúa no nos exime de la obediencia, muy por el contrario; si no tuviéramos esperanza (tal vez) podríamos pensar (y solo tal vez) que, ya no necesitamos guardar la Torá porque de cualquier manera estaríamos condenados; pero justamente porque somos redimidos por Yeshúa, debemos obedecer lo que Su Padre ordenó.
Porque lo contrario es pecado, como podemos comprobar en Yojanán Alef 3; es decir, 1 de Juan 3
Yojanán Alef (1 Juan) 3:4
4 Todo aquel que comete pecado, infringe también la Torá; pues el pecado es infracción de la Torá.
Y podemos encontrar más pasajes en esta parashá donde vemos revelado el amor de Yahweh por Su pueblo, estableciendo mandamientos donde debemos velar y cuidar a nuestros hermanos, como en Devarim 22:8
Devarim (Deuteronomio) 22:8
8 Cuando edifiques casa nueva, harás baranda a tu terrado, para que no eches culpa de sangre sobre tu casa, si de él cayere alguno.
Con esto podemos ver que, la Torá dada a Moshé tiene el propósito de revelar el amor de Yahweh; y que no hace sentido que alguien piense que la Torá ya no está vigente.
Lo que debe hacernos reflexionar, y entender que cuando aceptamos a Yeshúa, y adquirimos la fe en Él, automáticamente debemos recibir una nueva identidad y ciudadanía.
Identidad y ciudadanía definida por todos los mandamientos, estatutos y decretos dados por Yahweh, donde están incluidos los moedim (o festividades) que debemos conmemorar, y el tipo de alimentos que debemos consumir; Lo que nos convierte automáticamente en Israelitas.
Y es que, si reflexionamos en como Yeshúa nos enseñó a orar, diciendo “Padre nuestro”; entonces podremos entender que Yahweh siempre ha querido que Su pueblo sea una gran familia, con una identidad bien definida que constituya una nación.
Porque aun cuando las Escrituras mencionan que, de la descendencia de Abraham surgirían multitud de naciones, Romanos 11 nos dice que debemos ser injertados en el buen olivo; es decir, en la nación de Israel.
Romim (Romanos) 11:23-24
23 Y aun ellos [Judá], si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Elohim para volverlos a injertar.
24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre [el mundo], y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo [Israel], ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo [Israel]?
Y en el segundo capítulo de la carta a los Efesios se menciona que, en otro tiempo estábamos sin el Mesías, “alejados de la ciudadanía de Israel”, ajenos a las promesas.
Efesim (Efesios) 2:12
12 En aquel tiempo estabais sin el Mesías, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a las promesas…
Y ahora, me gustaría leer algunos versos de la parashá que revelan la gran importancia de la santidad; entendiendo que la misericordia nos es concedida para hacernos libres con el propósito de vivir en santidad, y no para actuar como libertinos.”
Miremos:
Devarim (Deuteronomio) 21:18-21
18 Si alguno tuviere un hijo desleal y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere;
19 entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva;
20 y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es desleal y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho.
21 Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá.
Creo que este pasaje (al igual que otros), lleva a que muchos creyentes (hoy en día) no acepten que la Torá sigue vigente, probablemente porque lo consideran un castigo demasiado severo.
Es evidente que, no podemos tomar este pasaje a la ligera, pensando que cualquier acto de desobediencia hacia los padres, debería llevar a la condena de los hijos. Es necesario discernir en qué consiste dicha desobediencia, ya que el ejemplo menciona que el hijo era borracho y glotón (o derrochador).
Esto representa a un hijo que no honra a sus padres, viviendo únicamente para satisfacer los placeres de la carne.
Recordemos que nuestros pecados (por insignificantes que puedan parecernos), son suficientes para nuestra condenación. Por esta razón, fue necesario que Yeshúa sufriera un castigo inmerecido, como pago para nuestra redención.
Y este castigo no fue un evento que traería una nueva religión, o una nueva identidad; porque recordemos que nadie puede recibir la salvación por sus propios medios; ni antes ni después del sacrificio de Yeshúa.
Y es que, el plan de Yahweh de enviar a Su hijo para que pagase por nuestros pecados, fue anunciado al pueblo de Israel por medio de la Torá y de los profetas.
Vamos a ver algunos de estos pasajes:
Devarim (Deuteronomio) 18:15
15 Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Yahweh tu Elohim; a él oiréis.
Sabemos que Israel tuvo varios profetas, pero en el verso se menciona que Yahweh levantaría “UN profeta”, refiriéndose a Yeshúa; porque Yeshúa vino a unir a todos los dispersos en un solo pueblo, lo cual continúa haciendo a través de Su espíritu.
Ahora, analicemos otro pasaje donde podremos ver cómo el pueblo de Israel ya tenía una profecía muy detallada acerca de nuestro Mesías, en Isaías 53.
Miremos:
Yeshayahu (Isaías) 53:2-4
2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, pero sin atractivo para que le deseemos.
3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Elohim y abatido.
El pasaje anterior “no” fue dado a cualquier pueblo, sino a Israel. Y es que, algo muy importante que necesitamos entender es que Yeshúa nació en una familia judeo-israelita y no en cualquier otro pueblo.
Si Yahweh no se importase con la identidad de Su pueblo, podría haber escogido a cualquier otro pueblo; por ejemplo, alguien nacido en una familia romana; pero no, Yahweh siempre ha querido un pueblo bien definido. Y no se trata de la sangre, pero sí de la identidad.
Identidad que muchos han perdido debido a la dispersión de los antiguos israelitas, y que en nuestros días estamos siendo llamados a reconocer; sin importar nuestra ascendencia, sino tomando en cuenta nuestra fe.
Al igual que ocurrió con Ruth, quien, siendo moabita, se convirtió por medio de su fe en una israelita y llegó a ser la bisabuela del rey David.
Y es que, al leer las diferentes parábolas de Yeshúa, podemos notar que varias de ellas están enfocadas en como “Él” viene a recuperar lo que se había perdido; siendo esto una referencia a Su pueblo, que se desvió del buen camino.
Por ejemplo, la parábola de la oveja perdida.
Miremos:
Lucas 15:4-7
4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;
6 y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.
7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
Y no está de más decir que el llamado es para todas las personas; sin embargo, esto no significa que podamos entrar en el Reino de los Cielos conservando la identidad que heredamos de este mundo. Más bien, debemos renunciar a la ciudadanía que nos dio el mundo y regresar a casa; como lo ilustra la parábola del hijo pródigo.
Esta parábola, por cierto, es una referencia a la “Casa de Efraín”, que fue separada de la casa de Judá, (representada por el hermano mayor que nunca se alejó del hogar); y cabe señalar que, aunque Judá mantuvo su identidad, eso no implica que haya sido perfecto.
Miremos el pasaje:
Lucas 15:11-13
11 … Un hombre tenía dos hijos;[Judá y Efraim]
12 y el menor [Casa de Efraim] de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde [bendiciones]; y les repartió los bienes.
13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada [el mundo]; y allí desperdició sus bienes [bendiciones] viviendo perdidamente.
Cuando estudiamos la división de Israel en dos reinos, aprendemos que el Reino del Norte (conocido como la Casa de Efraín o Casa de Israel) fue sitiado por los asirios, quienes dispersaron a todo el pueblo, provocando que se asimilaran entre otras naciones. Esto nos permite ver la similitud con la parábola del hijo pródigo.
Y ahora, somos llamados a recapacitar y darnos cuenta de nuestra verdadera identidad, como nos revela la continuación del texto
Lucas 15:14-19
14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre [Yahweh] tienen abundancia de pan, y yo [Efraim] aquí perezco de hambre!
18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
En este punto, recuerdo cómo Yeshúa les dijo a Sus discípulos que debían hablar diciendo: “Siervos inútiles somos”. Y es con esa humildad que debemos vernos a nosotros mismos, sin pretensiones, reconociendo que toda la gloria le pertenece a Yahweh.
Y Yahweh nos acercará a Su presencia para que vivamos con gozo, como vemos representado en el texto que sigue:
Lucas 15:22-24
22 … el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Hermanos, podemos notar que las Escrituras fueron escritas por un pueblo que Yahweh escogió, y no porque este pueblo tuviera una identidad propia, sino porque Yahweh les dio una identidad.
Esto nos enseña que no podemos adquirir esa identidad sin antes renunciar a nuestra identidad pasada, ya sea la de un país o una religión que recibimos mientras estábamos en el mundo.
No podemos continuar sintiéndonos orgullosos del país donde nacimos o aferrados a las costumbres del mundo; Y no es que todo sea malo, pero debemos dejar atrás esa identidad y convertirnos en una nación apartada, definida por las Escrituras y reconocida por el nombre de Israel.
Shabat Shalom.
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Recuerda La mies es mucha y los obreros pocos, apóyanos.
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