El Proceso de Mateo 18

En el estudio “Lashón Hará: La Lengua Maligna” vimos que Yahweh quiere que nuestras palabras edifiquen, unan y construyan a nuestros hermanos. Si nuestro hablar no ayuda activamente a nuestros hermanos y hermanas a lograr una relación más profunda con los demás, y en un camino más íntimo con Yahweh, entonces algo está mal, y tenemos que orar por más sabiduría

Como regla general, nuestras palabras siempre deben glorificar al Intercesor de los santos, y no al acusador (o maldecidor) de los hermanos. Sin embargo, como vimos en el estudio sobre “Lashón Hará”, hay momentos en los que estamos éticamente obligados a decir cosas negativas. Por ejemplo, si sabemos que alguien es un pedófilo o es ladrón, estamos éticamente obligados a advertir a nuestros hermanos.

TimaTheus Bet (2 Timoteo) 4:14-16
14 Alejandro el calderero me ha causado muchos males; Que Yahweh le pague conforme a sus hechos.
15 Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras.
16 En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta.

Advertir a alguien para que no sufra daño es la única razón legítima para hablar mal de un hermano o un tercero. Ten en cuenta que este principio también se aplica al hablar cara a cara con un hermano, donde la única razón para hablar negativamente de él es ayudar a salvarlo, para que no se pierda.

Yeshúa habló cariñosamente (aunque de forma muy dura) a los fariseos a fin de despertarlos, con el fin de evitar que sufrieran daño en el Día del Juicio.

Mattityahu (Mateo) 23:13-14
13 Más, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.
14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.

Las palabras de Yeshúa no califican como malvadas, porque no sólo se hablaron con amor, sino que además tenían la sería intención de ayudar. Es esta actitud de amar y tratar de ayudar a los demás, nuestra primera clave para entender el proceso de Mateo 18.

En un mundo ideal, sólo tendríamos que hablar cosas positivas y edificantes. Sin embargo, debido a que este mundo es imperfecto, Yahweh nos permite decir cosas negativas, pero sólo con el fin de corregir un error. Del mismo modo, aun cuando Yahweh quiere que Su pueblo se lleve bien y esté en perfecta paz y armonía, algunos hermanos y hermanas no son adecuados para permanecer en comunión. Lamentablemente, algunos de nuestros hermanos creyentes se comportan de manera desconsidera, grosera, hiriente e incluso son peligrosos para los demás. Yeshúa nos da un medio discreto para corregir a los que son humildes, y están dispuestos a cambiar, y un mecanismo de presión de grupo potente en favor del hermano endurecido, ya sea para restaurar o ser excluido de la comunión.

El proceso de Mateo 18 es muy fuerte, y debe ser utilizado con el máximo cuidado. Tenemos que recordar que el objetivo de este proceso no es castigar, sino ayudar a un hermano pecador a arrepentirse. Idealmente, debemos gozarnos cuando este proceso tiene éxito y entristecernos cuando no es así.

Antes de discutir los detalles de Mateo 18, primero vamos a discutir el sistema judicial que se ha escrito en la Torá. A veces se dice que el Tanaj (Antiguo Testamento) nos da una visión “masculina” de la alianza, que se centra en aspectos específicos y detallistas, mientras que el Brit Jadashá (Pacto Renovado) nos da tal vez una más “femenina”, que explica los aspectos espirituales de la justicia. Primero, la Torá establece un sistema judicial que debemos seguir cuando vivamos en la tierra de Israel. Así mismo, Mateo 18 nos muestra principios de justicia que podemos utilizar incluso cuando no tenemos un templo físico. Sin embargo, el proceso Mateo 18 seguirá aplicando, incluso después de volver a la tierra de Israel, porque los principios siempre se aplican.

La Torá hace hincapié en la necesidad de purgar el campamento de los que no obedecen a Yahweh por lapidación.

Devarim (Deuteronomio) 24:7
7 Si se encuentra a un hombre secuestrando a alguno de sus hermanos de los hijos de Israel, y lo maltrata o lo vende, entonces ese secuestrador morirá; y ustedes eliminarán el mal de entre ustedes.

Sin embargo, observa que, a fin de calificar para la pena de muerte, la infracción tiene que ser muy grave. Una de las razones que pueden calificar es el adulterio, porque rompe la unidad de la familia, que es el componente básico de la sociedad.

Devarim (Deuteronomio) 22:23-24
23 Si hubiere una muchacha virgen desposada con alguno, y alguno la hallare en la ciudad, y se acostare con ella;
24 entonces los sacaréis a ambos a la puerta de la ciudad, y los apedrearéis, y morirán; la joven porque no dio voces en la ciudad, y el hombre porque humilló a la mujer de su prójimo; así quitarás el mal de en medio de ti.

Antes de seguir, tengamos en cuenta la historia de la mujer encontrada en adulterio (Juan 7:53-8:11), este relato no aparece en ninguno de los cuatro antiguos manuscritos griegos, o en la Peshitta arameaaramea o Siríaco Antigua. Por esta y otras razones, muchos estudiosos creen que Juan 7:53-8:11 se añadió más tarde. Esto es importante de saber, porque la presencia o ausencia de este pasaje puede alterar radicalmente nuestra visión de actuar de Yeshúa y de cómo Él quiere que nos comportemos.

El cristianismo afirma que la historia de la mujer encontrada en adulterio, prueba que Yeshúa enseñó una nueva y diferente Torá, pero cuando entendemos que este pasaje fue una adición posterior, podemos ver que el proceso de Mateo 18 es en realidad el mismo sistema judicial que muestra la Torá, solo que se ha transferido al Orden Melquisedec (que no necesita un templo físico en que operar). Así que los dos sistemas son en realidad “dos caras diferentes del mismo sistema de justicia que Yahweh quiere que sigamos”. Ambos sistemas se aplicarán cuando vivamos en la tierra de Israel y tengamos un templo en pie, mientras que el segundo puede seguir funcionando, incluso en su ausencia, ya que se centra en principios y no en detalles.

La Torá especifica que debemos llevar todos los problemas legales ante los sacerdotes y/o de los jueces nombrados (o ungidos) que estén sirviendo en esos días.

Devarim (Deuteronomio) 19:15-21
15 No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito, ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación.
16 Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él,
17 entonces los dos litigantes se presentarán delante de Yahweh y delante de los sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días.
18 Y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano,
19 entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti.
20 Y los que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer más una maldad semejante en medio de ti.
21 Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.

Sin embargo, como Yahweh sabía que Sus discípulos serían expulsados de la tierra de Israel y que no iban a poder guardar “toda” la Torá mientras estuvieren dispersos en las naciones, hubo que establecer otros medios para establecer la justicia en el cuerpo.

Mateo 18 describe algo más que los principios de justicia. También explica la actitud correcta que debemos buscar, de modo que no vengamos a condenación delante de nuestro buen Padre celestial.

Antes de que comience la gran competición de los adultos por el poder, el estatus, el dinero y el sexo, la principal preocupación de un niño es un inocente deseo de amistad. Los niños necesitan un entorno seguro y estable en el que aprender y crecer. Es precisamente este entorno el que debe establecerse primero y luego salvaguardarse dentro de las fronteras de Israel (en la tierra) o, al menos, dentro de los confines de la comunión (en la dispersión).

Mattityahu (Mateo) 18:1-4
1 En aquel tiempo los discípulos vinieron a Yeshúa, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
2 Y llamando Yeshúa a un niño, lo puso en medio de ellos,
3 y dijo: De cierto os digo que, si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.

Antes de la pubertad los niños suelen ser humildes ante los adultos y no suelen competir contra ellos. Aun cuando los hermanos podrían llegar a competir en un sentido económico en las comunidades, hay que evitar la competencia interpersonal entre hermanos. En su lugar, debemos humillarnos, y centrarnos en escuchar y obedecer la voz de Yahweh, y trabajar en nuestra salvación con temor y temblor.

Uno de los principales objetivos de la vida es refinarse en fuego, para volverse más puros y agradables ante Yahweh. Debido a esto, las pruebas y las ofensas ciertamente vendrán. Sin embargo, ¡ay de nosotros si estas pruebas u ofensas las ocasionamos nosotros!, porque Yahweh no dejara impune a los que causan la caída de otros.

Mattityahu (Mateo) 18:5-9
5 Y cualquiera que reciba en Mi nombre a un niño como este, a Mí Me recibe.
6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en Mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.
7 ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!
8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.
9 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.

Yeshúa nos invita a dar la vida por Su causa. Para hacer esto, tenemos que morir completamente a los deseos de nuestros ojos, los deseos de nuestra carne y el orgullo de la vida (que incluye la competencia). No es bueno que reclamemos la sangre de Yeshúa, a menos que estemos dispuestos a hacer morir nuestro ego y cualquier problema que pueda venir de nuestro ego.

Mattityahu (Mateo) 18:10-14
10 Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque Os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de Mi Padre que está en los cielos.
11 Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
13 Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.
14 Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.

No debemos despreciar ni siquiera a uno de los “más pequeños” de nuestros hermanos. Cuando uno de nuestros hermanos se pierde en el pecado, nuestro Buen Pastor lo busca, hasta que lo encuentra, y luego se regocija enormemente. En este momento nuestro Padre celestial se preocupa más por aquel que está perdido que por aquel que no está perdido. Vemos lo mismo en la parábola del hijo pródigo, donde la preocupación del padre es mayor por el hijo descarriado (Efraim) que por el fiel (Judá). La razón por la cual todas estas cosas están conectadas con el proceso de Mateo 18, es porque Yeshúa dice: “Además…”.

Mattityahu (Mateo) 18:15-17
15 Además, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.
16 Más, si no te oyere, toma aun contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.
17 Si no los oyere a ellos, dilo a la congregación; y si no oyere a la congregación, tenle por gentil y publicano.

Démonos cuenta de:

1. Si sabes que tu hermano ha pecado,
2. Ve a hablar con él en humildad y en privado.
3. Si se humilla y te oye, tú y tu hermano pueden ser restaurados a la comunión sin ninguna Lashón Hara, y la reputación de nadie (o el nombre) ha sido perjudicada. (Esto es lo ideal).
4. Si tu hermano no se humilla, y no te quiere escuchar, entonces tienes que tomar una o dos personas más, que puedan explicarle a través de las Escrituras la razón de porque lo que hizo estuvo mal. Lo ideal sería que estos “testigos” sean los ancianos de la asamblea, no por la autoridad que tienen estos, sino por su sabiduría. Los que han estado más tiempo viviendo en la palabra deben (al menos hipotéticamente) ser más pacíficos, más maduros y capaces de ayudar a todos los involucrados en el problema, a llegar a un entendimiento de lo que dice la Escritura, acerca del problema que están enfrentando, de una manera completamente Bereana [escudriñando en las Escrituras todas las cosas]. La idea es establecer la justicia de Yahweh, en lugar de la justicia del hombre.
5. Si el acusado cree que no ha hecho nada malo, es vital que tenga la oportunidad de defenderse. Por lo tanto, la idea de este proceso no es el “atacar en grupo” a la parte acusada, o “vencerlo” de modo alguno, sino que es solo reunir a los hermanos para estudiar las Escrituras y ver lo que la palabra de Yahweh nos dice que hagamos.
6. Si el acusado sigue sin humillarse y además se niega a escuchar la palabra de Yahweh, entonces, por su bien (y en nombre de la congregación) el asunto debe ser llevado ante la congregación. En una reunión más pequeña, donde todos los hermanos puedan asistir (Judá tradicionalmente convoca un beit din oficial [corte]). No importa el medio que se utilice, debe ser accesible a todos los hermanos de la congregación, ya que el énfasis, en esta situación, nunca debería ser la imposición de las estructuras de autoridad, sino discutir lo que Yahweh quiere, en amor y en calma [Shalom]. Los problemas deben ser sacados a la luz, para que puedan ser objeto de escrutinio por parte de la congregación. Si hay algo que el pecador no quiere que se haga público, entonces él tiene que hacer las paces [con el o los ofendidos] antes de que las cosas se hagan públicas, y su reputación (o su nombre) sea ensuciado. Si el pecado es lo suficientemente grave (por ejemplo; abuso de niños, adulterio, o algún otro mal mayor), entonces la congregación debe tomar una decisión en cuanto a si deben, o no, permanecer en comunión con esta persona.

Una de las razones por la cual los ancianos maduros pueden manejar mejor este proceso, es porque se necesita madurez para manejar los conflictos, sin que esto degenere en un problema público (cosa que Satanás ama). Otra razón es que, si bien Yahweh quiere que Su pueblo mantenga toda Su Torá, ella está escrita en más de un nivel. Dado que ninguno de nosotros es perfecto, y debido a que el Rúaj HaQodesh (Espíritu Apartado) es el único al que se le ha dado la autoridad para condenar, la decisión en cuanto a si la asamblea debe desvincular a un individuo determinado, tiene que ser supervisado por aquellos que tienen la madurez suficiente como para reconocer que el enfoque no debe estar en buscar todos los pecados de los demás, sino en sacar los hechos relevantes a la luz, para que el cuerpo pueda tomar una decisión informada (y consiente) por la palabra de Yahweh.

De la misma manera en que no todos los pecados justifican la muerte por lapidación, no todo asunto requiere expulsión. La línea puede ser muy difícil de determinar, especialmente cuando se trata de los efraimitas en la dispersión. Considerando que las instrucciones de la Torá estaban claras en el desierto de Sinaí, debemos saber que actualmente, y hasta el momento en que las doce tribus estén a salvo en la tierra de Israel y nuestros hijos crezcan una vez más con la enseñanza de la Torá como base, sería contraproducente, en muchos casos, aplicar el estándar estricto de la Torá. Como discutimos en el estudio Israel Nazareno, los conversos a la fe del Mesías pueden entrar en las asambleas al aceptar abstenerse de la idolatría, el adulterio, la sangre (comer o beber) y las carnes estranguladas (y/o animales impuros); y si ese es el estándar que los apóstoles establecieron (en Hechos 15), no hay que establecer más normas para la comunión, pues hacerlo sería lo mismo que rechazar a aquellos que Yahweh ha limpiado.

Como vemos en Hechos 6:1-6, y en otros pasajes, se nos muestra que debe haber normas más estrictas para los líderes y maestros. No hay un acuerdo en cuanto a cómo deben establecerse idealmente estas normas, pero no importa donde uno aplique estas normas, como no hay dos personas iguales que siempre estén de acuerdo en la forma de interpretar cada punto de la Escritura, es lógico que algunos asuntos no sean dignos como para romper la comunión entre hermanos. Y a menos que no seamos lo suficientemente tolerantes, no habrá comunión, ni unidad, ni congregación, ni nadie dentro del cuerpo.

Efesim (Efesios) 4:1-6
1 Yo pues, preso en Yahweh, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,
2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;
4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;
5 un Adon, una fe, un bautismo,
6 un Elohim y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.

Como Yahweh nos llama y guía a cada uno de distinta manera, y debido a que la expulsión del cuerpo de la congregación es, esencialmente, el equivalente espiritual a la muerte por lapidación, el estándar para expulsar a alguien de la congregación tiene que fijarse en aquellos delitos con pena de muerte en la Torá. Por ejemplo; el fraude, el adulterio, el asesinato, la violación, la mentira, el secuestro y similares son cuestiones éticamente serias, e indican una falta de preocupación y amor por los miembros de la congregación, esto es un espíritu maligno. Por Ejemplo, el adulterio es una falta de respeto por el cónyuge, los hijos y a la sociedad en general. Los que cometen este tipo de crímenes morales y espirituales tienen que arrepentirse, o no será seguro para nosotros dejarlos seguir participando en nuestras congregaciones.

Por el contrario, si una persona de la tribu de Efraim que está regresando, no obedece el mandamiento de usar tzitzit, no descansa por completo en Shabat y hace negocios en el día de reposo, o si no se abstiene de fumar; estas cosas no afectan directamente a nadie, solo a la persona que los realiza. Si bien uno puede argumentar que esta falta de temor y obediencia a Yahweh pone en serio peligro su salvación, y que no queremos que nuestros hijos crezcan en torno a aquellos que carecen de temor y obediencia a Yahweh, hay que tener algo de tolerancia, o los hijos de uno van a crecer sin compañerismo en absoluto (y solo tendrán el mundo exterior para recurrir a la comunión). Por lo tanto, hay que alcanzar algún tipo de equilibrio en las congregaciones, y este punto de equilibrio se establece de mejor manera por los ancianos respetados de la asamblea, que tienen más experiencia en la vida y más tiempo en la palabra.

Debido a que cada persona es diferente, y porque la situación dentro de cada asamblea es distinta, llevado a su punto lógico final, todo esto se reduce a si las partes involucradas están lastimando (o influyendo negativamente) a alguien más que a sí mismos.

Si bien, no tenemos control sobre nuestros sistemas legales y/o judiciales, mientras vivimos en la dispersión, y aun cuando no estamos autorizados a aplicar los castigos prescritos en la Torá, no debemos permitir que los depredadores sexuales, asesinos, narcotraficantes, adúlteros, impenitentes, violadores, mentirosos, y similares, permanezcan en nuestras comunidades. Esto debido a que las personas se vuelven similares a aquellos con los cuales socializan, y la asamblea esta supuesta a ser una “zona de seguridad” que se aparta de todos estos tipos de enfermedades. Por lo tanto, por el bien de todas las partes interesadas, hay que poner a los que practican estos pecados “fuera”.

Qorintim Alef (1 Corintios) 5:1-5
1 De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; ¡tanto que alguno tiene la mujer de su padre!
2 Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?
3 Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho.
4 En el nombre de nuestro Adon Yeshúa, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Adon Yeshúa HaMashiaj,
5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Adon Yeshúa.

En esta situación, Shaul escribió directamente a la asamblea, tal vez realizando los deberes de un profeta, llamando a la gente al arrepentimiento por permitir el pecado sin sentido. Aun cuando Shaul no siguió el procedimiento específico, dirigiéndose primero al hombre en privado, y luego tomando más testigos, la carta sigue cumpliendo el espíritu de Mateo 18, que nos dice que, de alguna manera u otra, la congregación debe asegurarse de tomar medidas para poner el pecado fuera del lugar santo, si no es así, la fe es sinónimo de nada.

Mattityahu (Mateo) 18:18-20
18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
19 Otra vez Os digo que, si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos.
20 Porque donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.

Como explicamos en Israel Nazareno, el texto en el idioma griego, del texto arriba citado, dice esto de manera distinta de lo como lo hacen la mayoría de las versiones convencionales. Nos dice “lo que los apóstoles han atado o desatado ya había sido atado o desatado en el cielo”.

La idea no es que las autoridades humanas tienen el derecho de atar lo que ellos desean, ni desatar. Más bien, los ancianos respetados en la palabra deben escuchar con atención la voz del Espíritu, de modo que puedan atar o desatar lo que Yahweh les está diciendo que aten o desaten, al igual que un juez habría hecho en la antigüedad (por ejemplo Samuel).

Observa también que en el versículo 19 nos dice que, es necesario que haya al menos dos o más jueces, tal como se practica en el beit din judío. Y como dice la Torá, que aquellos que son llevados delante de los sacerdotes y/o de los jueces que estén en esos días, obedecerán lo que los sacerdotes y/o los jueces dictaminen, porque ellos no hablarán sus propias palabras; más bien, tienen que hablar con mucho cuidado y temor sólo aquello que escuchan de Yahweh.

Devarim (Deuteronomio) 19:17-19
17 entonces los dos litigantes se presentarán delante de Yahweh, y delante de los sacerdotes y [o] de los jueces que hubiere en aquellos días.
18 Y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano,
19 entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti.

La idea detrás de tener al menos dos o (preferiblemente) tres jueces, es ayudar a eliminar cualquier prejuicio inherente, o emoción, que podría estar presente si sólo hubiera uno. Incluso con las mejores intenciones y los mejores deseos de servir a Yahweh, ninguno de sus siervos es digno de tomar decisiones por su cuenta.

Observa que las normas para la expulsión son altas. Si bien, alguien podría tener problemas matrimoniales y sus hijos haberse apartado de la fe, esto no debe ser considerado como motivo de expulsión. Aun cuando un hombre con dificultades en su hogar tal vez no debería enseñar, él esta probablemente, aún más que otros, en necesidad de compañerismo y ayuda.

Mattityahu (Mateo) 18:21-22
21 Entonces se le acercó Kefa [Pedro] y le dijo: Adon, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
22 Yeshúa le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

Todos nos equivocamos en muchas cosas, y no nos corresponde a nosotros juzgar a nuestros hermanos. Es cierto que tenemos que enfrentarlos en amor cada vez que hacen cosas que son hirientes, pero aparte de tomar decisiones en cuanto a si estamos o no seguros de permitir que permanezca en comunión en nuestras comunidades, no debemos juzgar, ni sostener rencor en contra de nadie. Si Yahweh nos perdona por todo el mal que hemos hecho (por lo que Su hijo tuvo que morir), entonces ciertamente podemos perdonar a los demás las deudas que nos deben.

Mattityahu (Mateo) 18:23-35
23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.
25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.
26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.
28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.
29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
30 Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.
32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
35 Así también Mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Yeshúa nos dice que debemos poner fuera de la asamblea a los pecadores no arrepentidos. Sin embargo, aun cuando la gente ha mentido, ha engañado, ha robado, ha matado, ha cometido adulterio, o cosas peores, una vez que, de su parte, haya un arrepentimiento sincero, hay que dejarlos entrar en comunión, para que no sean consumidos por demasiado dolor por haber sido rechazados; porque no es bueno para el hombre estar solo.

Qorintim Bet (2 Corintios) 2:5-11
5 Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros.
6 Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos;
7 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza.
8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él.
9 Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo.
10 Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo,
11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.

Si castigamos más allá del mínimo necesario para traer al pecador al arrepentimiento, entonces hemos ido más allá de lo necesario, y esto es, esencialmente, como si estuviéramos exigiendo venganza.

Devarim (Deuteronomio) 32:35
35 Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo su pie resbalará, Porque el día de su aflicción está cercano, Y lo que les está preparado se apresura.

A pesar de que nunca seremos perfectos, Yahweh nos dice que no debemos tomar venganza ni guardar rencor. En su lugar, debemos perdonar a nuestros hermanos sus ofensas hacia nosotros, a pesar de la herida o el dolor, de la misma manera en que Yeshúa lo hizo.

Vayiqra (Levítico) 19:17-18
17 No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado.
18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Yahweh.

Cuando se trata de nuestros hermanos, incluso cuando el mal se ha hecho a nosotros mismos, es imperativo que busquemos el bien, y nos mantengamos enfocados en lo positivo, porque así nos daremos cuenta de que nosotros mismos no somos perfectos. Debemos orar por esta persona con amor y generosidad, porque con la misma medida que medimos, así se nos medirá.

Luqa (Lucas) 6:37-38
37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no series condenados; perdonad, y seréis perdonados.
38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

Si vamos a establecer y mantener los estándares de Yahweh para la comunión, nuestras familias y niños tendrán un ambiente seguro y confortable en el cual crecer y aprender. Si bien hay que expulsar a aquellos que se aprovechan de los demás y causan problemas dentro de la comunidad, debemos entender que, así como el juicio no es nuestro, tampoco lo es la venganza. Tenemos que confiar en que Yahweh nuestro Elohim está en control perfecto y completo del universo, y que cuando sea Su tiempo, Él hará que los pecadores se arrepientan y vuelvan a Él.
Yeshúa nos dice que el primero y más grande de los mandamientos es amar a Yahweh con todo nuestro ser, y el segundo es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El primero es más fácil que el segundo. Yahweh siempre es justo y amable con nosotros, mientras nuestros hermanos no son siempre perfectos con nosotros.

Es muy difícil establecer y luego mantener firmemente las normas de Yahweh en el amor. Sólo este desafío es digno de refinarnos en el fuego, y hacernos más puros y agradables a Él.

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