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Acerca del Perdón

Nuestra religión también es un camino espiritual. Además de los ritos físicos y rituales que Yahweh nos dice que debemos realizar, Él también quiere que nos refinemos espiritualmente. Una de las formas en que Él quiere que nos purifiquemos, es aprender a perdonar a todos los que alguna vez nos han hecho algo malo.

Mattityahu (Mateo) 6:14-15
14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
15 más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Perdonar es extremadamente difícil para los seres humanos, incluso podría llegar a ser imposible de hacer en nuestra carne. El perdón requiere humildad real, que es la comprensión de lo deficiente que realmente somos en realidad. Sin darse cuenta de lo imperfectos que somos, en realidad no es posible perdonar a nuestro prójimo, porque terminaremos juzgando sus fallas, y no mirando las nuestras.

Luqa (Lucas) 6:37-38
37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

Como dicen nuestros padres, una de las cosas más difíciles para nosotros es ocuparnos solamente de nuestros propios asuntos. Dado que el uso natural del ojo es mirar hacia el exterior, y detectar defectos en los demás, tenemos dificultades para aprender a centrar nuestra mirada crítica sobre nosotros mismos. Si queremos que en el juicio final tengan misericordia y gracia con nosotros, primero tenemos que extender este mismo tipo de misericordia y bondad a los demás aquí y ahora.

Yaakov (Santiago) 2:12-13
12 Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.
13 Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.

Mientras Yeshúa nos dice que hay momentos para el juicio justo (por ejemplo, Juan 7:24), la misericordia triunfa sobre el juicio en general, porque los seres humanos no siempre son capaces de tener la misma imparcialidad que Yahweh tiene, ya que no estamos apartados en santidad. Cuando estamos atrapados en disputas con nuestros hermanos, nuestra tendencia natural, como ser humano, es ignorar nuestros propios defectos y errores, y centrarnos fuertemente en los de los demás.

Mattityahu (Mateo) 7:3-5
3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?
5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Cuando hemos sido heridos, nuestra tendencia natural es querer devolver el golpe y tomar venganza. Puede ser muy difícil de aceptar, pero no debemos tomar venganza sobre nuestros hermanos en el calor del momento.

Romim (Romanos) 12:19-21
19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Elohim; porque escrito está: Mía es la venganza, Yo pagaré, dice Yahweh.
20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Si bien, hay momentos en que la nación de Israel tiene que luchar contra sus enemigos mortales, dentro de nuestras congregaciones, cuando un compañero israelita nos hace daño, no debemos tomar venganza nosotros mismos, sino que debemos recordar que la venganza es de Yahweh y Él se reserva este derecho para sí.

Devarim (Deuteronomio) 32:35
35 Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo su pie resbalará, Porque el día de su aflicción está cercano, Y lo que les está preparado se apresura.

Porque el Espíritu de Yahweh mora en nosotros, cada vez que alguien nos hace mal, esencialmente lo están haciendo a Yahweh, y como Él controla el Universo, ellos deben arrepentirse, o algún día sus pies se deslizarán. Sin embargo, hemos de orar por ellos, para que puedan arrepentirse y ser perdonados.

Luqa (Lucas) 23:34
34 Y Yeshúa decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.

Generalmente hablando, aquellos que hacen algún mal, no suelen darse cuenta de lo que están haciendo está mal. Incluso las brujas y los satanistas no siempre entienden que lo que están haciendo está mal, de lo contrario no lo harían. Si Yeshúa pudo pedir a su Padre que perdonara a aquellos que lo entregaron a la muerte de una manera cruel y despiadada, ¿cómo no podríamos nosotros perdonar a los que nos hayan hecho algún mal? Tal vez lo hicieron sin darse cuenta de que lo que estaban haciendo era incorrecto.

La Torá nos dice que los jueces y las autoridades judiciales están para castigar “ojo por ojo y diente por diente” (o sea, que con un castigo equivalente al daño infligido), sin embargo ¿por qué no debemos aplicar esta misma regla en nuestra vida diaria? La respuesta es simple; mientras que la justicia dura es necesaria a nivel social, para nosotros es una muy buena forma de refinamiento espiritual poder extender el perdón a nuestros hermanos que nos han hecho mal.

Luqa (Lucas) 6:27-36
27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen;
28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.
30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.
31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.

Puede parecer injusto tener que perdonar a aquellos que nos han hecho algún tipo de mal a propósito, pero Yeshúa nos dice que esto es aún más importante. Cualquier persona puede ser agradable a los que son buenos con ellos, eso no es nada especial. Lo que diferencia a uno de la multitud, es tratar a todos los hombres con misericordia, aun cuando no nos traten de la misma manera.

32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.
33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.
34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.
35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque Él es benigno para con los ingratos y malos.
36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.

Pero ¿cómo podemos perdonar a los que nos han hecho mal deliberadamente? La mayoría de nosotros puede pensar en algo que se hizo, ya sea a nosotros o a un ser querido, donde la persona haya actuado con malicia, premeditación, o desconsideración total por los demás como seres humanos. Tal vez nos mintió, robó, violó, abusó o traicionó. ¿Cómo podemos perdonar?

En el estudio “Sobre la Predestinación” (que es parte de los Estudios Escriturales Nazarenos, Volumen 1), vimos que Yahweh está totalmente a cargo del mundo, y que nada sucede sin Su aprobación. En situaciones en las que nosotros o nuestra nación están sufriendo por los males hechos por otros, puede ser fácil quedar envueltos en las exigencias del momento, y olvidarnos de que Yahweh es el que permite a Satanás hacernos estos males, de la misma manera Él permite que volvamos a Su favor.

Yeshayahu (Isaías) 9:12-13
12 del oriente los Sirios, y los Filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado Su furor, sino que todavía Su mano está extendida.
13 Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Yahweh de los ejércitos.

Yahweh está completamente a cargo. La razón por la cual permite que el mal nos afecte es, por lo general, para que dejemos de ser tan autocomplacientes y que nos acerquemos a Él, y para que busquemos de nuevo Su rostro.

Divre HaYamim Bet (2 Crónicas) 7:13-14
13 Si Yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a Mi pueblo;
14 si se humillare Mi pueblo, sobre el cual Mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren Mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces Yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

Cada vez que un hermano hace algo malo hacia nosotros, en lugar de guardar rencor, debemos perdonar a nuestro hermano y orar a Yahweh. Del mismo modo, si estamos buscando a Yahweh, pero entonces recordamos que uno de nuestros hermanos tiene algo contra nosotros, tenemos que hacer todo lo posible para reconciliarnos con nuestro hermano, y sólo en ese entonces Yahweh aceptará nuestra ofrenda.

Mattityahu (Mateo) 5:23-24
23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tú hermano tiene algo contra ti,
24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

Yeshúa nos dice que, si no perdonamos a nuestros hermanos, Yahweh no va a perdonar nuestros pecados.

Marqaus (Marcos) 11:25-26
25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.

Si hacemos todo lo posible para hacer bien las cosas y nuestro hermano todavía no nos perdona, al menos por el momento, este ya no será nuestro problema. Sin embargo, si queremos que nuestros pecados sean perdonados, debería quedar claro que nuestra prioridad es hacer las cosas bien con nuestros hermanos, y perdonar a los demás por lo que han hecho en nuestra contra.

¿Qué tan importante es perdonar a nuestros hermanos, y no odiarlos? Juan nos dice que todo aquel que odia a su hermano es un asesino, y él no tiene la vida eterna morando en él.

Yojanán Alef (1 Juan) 3:14-15
14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.
15 Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en Él.

Yeshúa murió para tomar nuestro castigo, para que podamos ser perdonados. No importa lo que nos pase, Yeshúa espera que aprendamos andar como Él anduvo, siempre perdonando a otros por lo que le hicieron. Si no estamos dispuestos o no podemos hacer esto, entonces debe quedarnos claro que no tenemos Su Espíritu morando en nosotros, sino que algún otro espíritu, y debemos buscar Su rostro a través del ayuno y la oración.

Tehillim (Salmos) 51:6
6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

La negación no es perdón, y tampoco justifica el comportamiento de la otra persona, o lo explica. Si eres consciente de que alguien te hizo algo malo, si lo hicieron de forma consciente o inconscientemente, el tratar de negar que el mal ocurrió, solo se interpondrá en el camino de la curación que tiene que ocurrir. Yahweh no estará contento si sólo pretendemos perdonar.

Porque Yahweh es Espíritu, nada se oculta a Su vista. Él sabe lo que nuestros hermanos nos han hecho, así como lo que hicimos para traer el mal sobre nosotros mismos. Muchas veces podemos estar dispuestos a negar que tenemos alguna participación en el mal que vino sobre nosotros, pero incluso Iyov (Job) tenía cosas que aprender de sus pruebas, aunque al principio él parecía completamente justo a sus propios ojos y sus acciones aparentemente fueron perfectas.

Iyov (Job) 32:1-2
1 Cesaron estos tres varones de responder a lyov, por cuanto él era justo a sus propios ojos.
2 Entonces Elihú hijo de Barachel Buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra lyov; se encendió en ira, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Elohim.

Yahweh sabe que es lo que quiere enseñarnos al permitir que el adversario nos haga daño. Por lo tanto, no debe sorprendernos que Yahweh nos ame tanto a nosotros como a los que han pecado en nuestra contra. No debemos sorprendernos de que Él no quiera que nosotros oremos por venganza, sino más bien oremos para que nuestros hermanos se arrepientan y restauren el favor de Yahweh para con ellos.

Iyov (Job) 42:8
8 Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a Mi siervo lyov, y ofreced holocausto por vosotros, y Mi siervo lyov orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de Mí con rectitud, como Mi siervo lyov.

Cuando se habla del perdón, es importante diferenciar entre los enemigos internos de Israel y los enemigos mortales de Israel, porque mientras que Yahweh no suele pedir que oren por estos últimos, definitivamente quiere que oremos por los primeros.

Mientras que la esperanza de que Yahweh se vengue de aquellos que en Israel nos han hecho daño puede parecer dulce y salado, es un mal deseo, en el cual Satanás se deleita; tenemos que orar para que este deseo sea retirado de nuestros corazones, porque Yahweh no se deleita en la muerte del incrédulo. La única cosa en la que Yahweh se deleita es en que los pecadores se conviertan de sus malos caminos y lo busquen.

Yehezqel (Ezequiel) 33:11
11 Diles: Vivo Yo, dice Yahweh Elohim, que no quiero la muerte del malicioso, sino que se vuelva el malicioso de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?

Un bebé recién nacido piensa de sí mismo como el centro del mundo. Del mismo modo, cuando por primera vez nos salvamos, podemos pensar en nosotros mismos como el centro del mundo de Yahweh. Podríamos creer que somos los únicos a los que Yahweh cuida, y se nos puede olvidar lo que realmente quiere Yahweh, lo cual es que oremos por todos nuestros hermanos.

Shemuel Alef (1 Samuel) 12:23
23 Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Yahweh cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto.

En nuestros corazones, podemos engañarnos a nosotros mismos, justificando nuestro odio irracional por los que nos han hecho daño, pero esto no es agradable a los ojos de Yahweh. Tenga justificación o no, el que aborrece a su hermano permanece en oscuridad.

Yojanán Alef (1 Juan) 2:9-11
9 El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.
10 El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.
11 Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han segado los ojos.

Yahweh nos mira como a niños que necesitan someterse a muchas experiencias y ensayos con el fin de alcanzar la madurez espiritual. Así como ningún padre estaría contento con la muerte de un hijo que se ha apartado por un camino equivocado, lo mismo pasa con Yahweh, Él se entristece cuando uno de sus hijos se extravía. En nuestra ira por ser injuriados, fácilmente podemos olvidar que, aunque Yahweh no está contento con la forma en que el ofensor se comporta, Él todavía lo ama tanto como nos ama a nosotros.

Luqa (Lucas) 17:3-4
3 Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale.
4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.

El deseo de ver a Yahweh vengarse en nuestro nombre es común, pero está mal. Lo más importante en este caso es tener en cuenta que nosotros mismos somos pecadores y que dependemos todos los días de Yahweh para perdonar nuestros pecados. Sin ese perdón en cada momento, no podemos esperar entrar en el reino de Yahweh.

Efesim (Efesios) 4:26-27
26 Enojaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
27 ni deis lugar al diablo.

Una cosa importante que hay que recordar en todo momento, es que nuestra carne es mala, por esto es imposible para nosotros perdonar fácilmente.

Luqa (Lucas) 5:20-24
20 Al ver Él la fe de ellos, Le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.
21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Elohim?
22 Yeshúa entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo Les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones?
23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?
24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.

Los escribas y los fariseos tenían razón: sólo Yahweh Elohim tiene el poder de perdonar los pecados. La razón por la cual Yeshúa es capaz de perdonar los pecados es porque Él tiene el Espíritu de Elohim en Él.

Sin el Espíritu de Elohim en nosotros, no somos capaces de perdonar los pecados. Y cuando no seamos capaces de perdonar a nuestro hermano por lo que ha hecho en contra nuestro, podemos saber que no tenemos el Espíritu de Elohim dentro de nosotros.

Yahweh quiere que todos puedan ser salvos y se acerquen a Él. Si nosotros alguna vez nos encontramos orando en contra de otro hermano, o hermana, en busca de venganza, o para que Yahweh tome venganza por nosotros, tenemos que detenernos y orar, porque cuando no somos capaces de perdonar es una señal de que no estamos dentro del reino de Elohim.

Mattityahu (Mateo) 18:21-35
21 Entonces se le acercó Kefa (Pedro) y le dijo: Adón, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano cuando pecaré contra mí? ¿Hasta siete?
22Yeshúa le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

Ya que todos nos equivocamos en muchas cosas, no nos corresponde juzgar a nuestros hermanos. Tenemos que enfrentarlos con paciencia y amor cada vez que nos hacen cosas dañinas, pero aparte de tomar decisiones en cuanto a si podemos o no permitirles permanecer en nuestras comunidades, no debemos juzgar, ni guardar rencores. Si Yahweh nos ha perdonado por todo el mal que hemos hecho (motivo por el cual su único Hijo murió), entonces ciertamente debemos perdonar a los demás las deudas que nos deben.

23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.
25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.
26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.
28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.
29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
30 Más, él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.
32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
35 Así también Mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

¿Y si nuestro hermano no se disculpa? Hay dos niveles separados de perdón. Lo primero que tenemos que hacer nosotros es perdonarlo, no importa si alguna vez recibimos una disculpa. o no, esto es simplemente para que nuestro corazón no permanezca en la oscuridad del rencor, el odio y la muerte. El segundo nivel se limita a determinar si podemos, o no, tener compañerismo con él después de lo que hizo.

Si alguna vez recibimos una disculpa por parte de nuestro hermano, o no, tenemos que ser un siervo arrepentido que se compadece de sus consiervos, perdonando a todos lo que nos deben.

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